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Paulo Emilio.

soros del rey, ni siquiera quiso verlo, sino que lo puso á disposicion de los cuestores para el erario. Solamente á aquellos de sus hijos que eran dados á las letras les permitió escoger entre los libros del rey; y al distribuir los premios del valor, dió á Elio Tuberon su yerno una ampolla de peso de cinco libras. Este es aquel Tuberon de quien dijimos que vivia con once parientes suyos en una misma casa, manteniéndose todos con el producto de un campo muy pequeño. Y se dice que esta fué la primera plata que entró en la casa de los Elios ganada con la virtud y el valor; y que fuera de esta albaja, nunca ni ellos ni sus mujeres usaron cosa de oro ó plata.

Habiendo ordenado convenientemente todos sus negocios, se despidió de los Griegos, y exhortando á los Macedonios á que tuvieran en memoria la libertad recibida de los Romanos, y á que la conservasen con las buenas leyes y la concordia, se retiró á Epiro, por haber recibido un decreto del Senado, en el que se le prescribia que de aquellas ciudades tomara con que socorrer á los soldados que bajo sus órdenes habian peleado en la batalla contra Perseo. Propúsose que se cayera sobre todos repentinamente y cuando nadie lo esperase; para lo que hizo comparecer á diez hombres de los principales de cada ciudad, y les dió órden de que cuanta plata y oro hubiese en las casas y en los templos la recogiesen para el día señalado; y á cada diputacion, como si fuera para aquel objeto, le dió escolta de soldados y un caudillo, el que habia de aparenlar que buscaba y recogia el dinero. Llegado el día, á una y en un mismo momento se entregaron todos á la persecucion y saqueo de los enemigos; de manera que en sola una hora hicieron cautivos á ciento cincuenta mil hombres, y arrasaron setenta ciudades; y no vino á recibir cada soldado en donativo arriba de once dracmas (1) con haber (1) Venía á valer la dracma dos reales de vellos.