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Plutarco.—Las vidas paralelas.

nondas ya muy de antemano tenia inflamados á los jóvenes, porque en los gimnasios les hacía que asiesen de los Lacedemonios y luchasen con ellos; y luego viéndolos muy ufanos de que los vencian y quedaban encima, les hacia cargo de que era una vergüenza que por cobardía estuvieran sujetos á aquellos á quienes tanto aventajaban en esfuerzo.

Señalóse dia para la empresa, y convinieron los desterrados en que Ferénico, tomando bajo sus órdenes á la mayor parte, aguardaria en la aldea de Triasio, y unos cuantos de los más jóvenes tomarian sobre si el peligro de adelantarse á la ciudad, bajo el concierto de que si éslos diesen en manos de los enemigos, los restantes se encargarian de que ni sus hijos ni sus padres careciesen de lo necesario. Suscribióse el primero para este hecho Pelópidas, y en pos de él Melon, Damóclides y Teopompo, Lodos de las principales casas, y para lo demas unidos en fiel amistad entre sí; pero en cuanto á gloria y valor acérrimos competidores. Eran entre todos unos doce, y saludando á los que se quedaban, lo primero que hicieron fué enviar un mensajero á Caron, siguiendo despues ellos con ropaje corto, y llevando perros y baston de caza, para que áun cuando alguno los encontrase en el camino no cayera en sospecha, y ántes se creyera que ocupados en bien diferente cosa, discurrian por el campo cazando. Cuando el mensajero enviado á Caron se avistó con él, le dijo que ya estaban en camino; éste, sin embargo de ver tan cerca el trance, en nada mudó de propósilo, sino que como hombre de probidad ofreció del mismo modo su casa. Uno llamado Hipostenidas, que no era de mal proceder, y ántes bien amaba á la patria, y estaba en buena correspondencia con los desterrados, mas á quien faltaba aquella resolucion que la oportunidad y la proyectada hazaña requerian, como que desmayó al ver el tamaño de la contienda en que se habian metido, sin que cupiese en su imaginacion cómo