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Plutarco.—Las vidas paralelas.

daba noticia vana ó fraguada, sino que se referian exactamente todas las cosas concertadas, segun despues se supo. Llegóse, pues, á Arquias, que ya estaba beodo, el portador de la carta, y al entregársela le dijo: «El que me la dió me encargó mucho que se leyera al punto, porque trata de un negocio sumamente urgente; á lo que sonriéndose contestó Arquias: «Pues los negocios urgentes, para mañana.» Y tomando la carta la puso debajo de la almohada, y continuó con Filidas la conversacion que traian.

La respuesta aquella, puesta en forma de proverbio, dura todavía como tal entre los Griegos.

Pareciéndoles, pues, que se estaba en la ocasion oportuna de la empresa, se decidieron á ella, repartiéndose de este modo: Pelópidas y Damoclidas, contra Leontidas é Hipates, que vivian cerca uno de otro; y Caron y Melon contra Arquias y Filipo, ajustándose por disfraz ropas mujeriles sobre las corazas, y poniéndose coronas de abeto y pino que les oscurecian el rostro. Paráronse á la puerta del banquete, hicieron ruido y bulla; con lo que se pudo creer serian las mujerzuelas que rato habia se aguardaban. Mas como luego hubiesen recorrido con la vista cuidadosamente todo el banquete, haciéndose cargo con atencion de cada uno de los convidados, y hubiesen echado mano á las espadas, arrojándose por entre las mesas á Arquias y Filipo, se vió entonces á las claras quiénes eran. A algunos de los concurrentes pudo contenerlos Filidas, diciéndoles que se estuviesen quedos: los demas se levantaron para defender á los Polemarcos; pero en el estado de embriaguez en que se hallaban fué fácil acabar con ellos. Más arduo fué el desempeño para Pelopidas y los que le siguieron, porque tambien las hubieron de haber con Leontidas, hombre cuerdo y muy denodado. Hallaron además cerrada la puerta, porque ya se habia recogido; y habiendo llamado largo rato, nadie les respondia. Sintiólos ya tarde un esclavo, que salió de adentro, y descorrió el cerrojo, y en el momento