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Pelópidas.

mismo de moverse y ceder las puertas, se arrojaron de tropel, y pasando por encima del esclavo corrieron al dormitorio. Leontidas por el ruido y el modo de correr conjeturó lo que era, y levantándose tomó la espada; mas no le ocurrió apagar las luces, con lo que en las tinieblas se habrían batido unos con otros: así, estando todo iluminado fué de ellos visto. Adelántase hácia la puerta del dormitorio, y á Quefisodoro, que fué á entrar el primero, lo deja en el sitio. Caído éste, traba pelea con el segundo, que era Pelópidas, siendo esta embarazosa por la angostura de la puerta y por el cadáver de Quefisodoro, que tambien estorbaba; vence al fin Pelópidas; y habiendo dado cuenta de Leontidas, marcha corriendo con los suyos en busca de Hipates. Trataron de introducirse del mismo modo en su casa; pero lo sintió, y dió al punto á correr hácia las casas vecinas: siguiéronle sin detencion, y alcanzándole, tambien le dieron muerte.

Hechas estas cosas, y reunidos con Melon y sus asociados, coviaron al Atica á llamar á aquellos desterrados que allí quedaron; y en la ciudad excitaban á la libertad a los habitantes, armando á los que encontraban, para lo que quitaban de los pórticos las armas traídas en triunfo, y se metian por los obradores de los lanceros y espaderos que por allí había. Vinieron asimismo con armas en su auxilio Epaminondas y Gorquidas, que habian ya reunido no pocos jóvenes, y de los ancianos los de mayor reputacion. Ya toda la ciudad estaba conmovida, y era grande el alboroto; se veian luces en todas las casas, y se corria de unas á otras; sin embargo, todavía la muchedumbre no hacía pié, sino que estaban aturdidos con los sucesos, y no sabiendo nada de positivo, aguardaban el dia. De aquí nació el hacerse cargo á los Lacedemonios que tenian alli el mando, de no haberse adelantado á combatirlos, siendo así que la guarnicion era de mil y quinientos, y que mochos se les pasaban; pero contenidos con el miedo que