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Plutarco.—Las vidas paralelas.

pues lo que se debia mandar era que el amante tomase formacion junto al amado; porque en los riesgos, los de la misma curia ó tribu no hacen mucha cuenta unos de otros; cuando la union establecida por las relaciones de amor, es indisoluble é indivisible, pues temiendo la afrenta los amantes por los amados, y estos por aquellos, así perseveran en los peligros los unos por los otros. No debe tenerse esto por extraño, cuando se teme más la afrenta que puede venir de los amantes no presentes que la de cualesquiera otros testigos, como se vió en aquel que estando caido, y para recibir el último golpe de su contrario, le rogó que le pasara la espada por el pecho, para que si su amado le veia muerto, no tuviera motivo de avergonzarse creyéndole herido por la espalda. Refférese asimismo que siendo Yolao amado de Hércules, participó tambien de sus trabajos, y le asistió en ellos; y Aristóteles dice que en su tiempo todavía hacian sobre el sepulcro de Yolao sus mutuas promesas los amados y los amadores. Era razon, pues, que la cohorte se llamara sagrada, cuando Platon llama al amante amigo divine. Dícese además que esta cohorte permaneció invicta hasta la batalla de Cheronea; despues de la cual, reconociendo Filipo los cadáveres, se paró en el sitio donde habian eaido los trescientos que frente á frente se habian opuesto en paraje estrecho á las armas enemigas; y hallólos amontonados entre sí, lo que le causó extrañeza, y cuando supo que aquella era la cohorte de los amadores y los amados, se echó á llorar, y exclamó: «Vayan noramala los que hayan podido pensar que entre semejantes hombres haya podido haber nada reprensible.»» Por fin á esta intimidad de los amantes no dió origen entre los Tebanos, como lo dicen los poetas, el desgraciado suceso de Layo, sino los legisladores; los cuales, queriendo mitigar y suavizar desde la juventud lo que habia en su carácter de altivo é indócil, en toda ocupacion y