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Plutarco.—Las vidas paralelas.

mas á poco de haber llegado se presentó Alejandro el tirano con sus tropas. Pensó Pelópidas que venía á darle excusas: así, no tuvo inconveniente en dirigirse á él, pues aunque era cruel y asesino, por respeto á Tebas y á su misma autoridad y gloria, no temia que nada malo pudiera sucederle. Mas éste, viendo que iba solo y sin armas, al punto le echó mano, y se apoderó de Farsalo. Infundió esto sumo terror y susto á los que le obedecian, como que despues de semejante injusticia y arrojo, ya á nadie perdonaría, sino que segun las ocurrencias se portaria en los negocios y con los hombres como quien por desesperacion habia echado enteramente el pecho al agua.

Irritáronse los Tebanos con estas nuevas, y al punto decretaron la formacion de un ejército; pero por cierto enfado con Epaminondas nombraron otros generales. El tirano en tanto hizo conducir á Feres á Pelópidas, permitiendo al principio que le hablaran los que quisieran, creyendo que los trabajos le harian apacible y doblarian su ánimo; pero como Pelópidas exhortase á los Tesalianos que lamentaban su suerte, á que no desconfiasen, pues entónces era más cierto que el tirano tendria su merecido, y á éste mismo le enviase á decir, era cosa muy extraña que continuamente estuviese dando tormentos y la muerte á miserables ciudadanos que en nada le ofendian, y que á él le dejase, cuando debia conocer que habia de ser el primero á castigarle, si tenía medio de huir; maravillado de semejante entereza é impavidez: «¿Por qué, exclamó, se empeña Pelópidas en apresurar su muerte?» Y habiéndolo éste entendido, respondió: «Para que tú perezcas más pronto y más en la ira de los Dioses.» Con este motivo prohibió que nadie de los de fuera de casa pudiera hablarle.

Teba, hija de Jason y mujer de Alejandro, sabedora por los que custodiaban á Pelópidas de su firmeza y de la elevacion de sus sentimientos, deseó conocerle y trabar con él conversacion. Fué, pues, á verle; y como mujer, no advir-