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Plutarco.—Las vidas paralelas.

valor, y condescendió con sus proposiciones: «que fuesen independientes todos los Griegos, y se repoblase Mesena; y que los Tebanos fuesen tenidos por amigos hereditarios »del Rey.» Recibida esta respuesta, y de los dones solos los que pudieran ser una muestra de aprecio y benevolencia, se restituyó a su patria; con lo que todavía quedaron más desacreditados los otros embajadores. Así los Atenienses, puesto en juicio Timágoras, le condenaron á muerte: si fué por el exceso de los Jones, justísimamente; pues no sólo admitió oro y plata, sino un lecho de grandisimo precio, y esclavos que lo preparasen, como si los Griegos no supiesen este ministerio; y además de esto, ochenta vacas con sus vaqueros, porque necesitaba tomar la leche para cierta enfermedad. Finalmente, fué conducido en silla de manos hasta el mar, siendo el Rey quien pagó á los mozos el jornal. Mas no parece haber sido este soborno lo que principalmente irritó á los Atenienses; pues que á Epícrates el Cosario, que no negaba haber recibido regalos del Rey, y que se atrevió á presentar un proyecto de decrelo para que cada año, en lugar de los nueve arcontes, se nombrasen nueve embajadores cerca del Rey, tomados entre los plebeyos y pobres, á fin de que volvieran ricos, el pueblo se lo tomó á risa: por tanto, su principal encono fué porque todo se hizo en consideracion á los Tebanos, sin reflexionar que la gloria de Pelópidas era de más influjo que los discursos y las palabrerias para con un hombre que siempre se ponia de parte de los que en las armas eran superiores.

Concilió esta embajada no pequeña consideracion á Pelópidas en su vuelta, tanto por la repoblacion de Mesena, como por la independencia de todas las ciudades griegas.

En tanto, Alejandro de Feres había descubierto otra vez su carácter, destruyendo no pocas ciudades de las de Tesalia, y poniendo guarniciones en la Ptiotide, en la Acaya, y por toda la Magnesia; y noticiosas las demas ciudades del