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MARCELO.

de la poblacion ocupaba casa ó tienda arrendada, y despues por caso tenia que volver á la ciudad sin haber obtenido señales ciertas, era preciso que dejara aquella mansion arrendada, y tomara otra para empezar en ella la ceremonia desde el principio. Esto era justamente lo que Tiberio habia ignorado, y tomó dos veces los agüeros en un mismo punto para declarar Cónsules á los que dejamos dicho. Advirtió por fin su error, y lo hizo presente al Senado; el cual no miró con desprecio esta falta, aunque pequeña, sino que escribió á los Cónsules, y éstos, dejando las provincias, se apresuraron á volver á Roma, é hicieron dimision de su dignidad: aunque esto sucedió más adelante. Mas por aquellos mismos tiempos á dos sacerdotes de los más distinguidos se les privó del sacerdocio: á Cornelio Cetego, por no haber distribuido por el orden prescrito las entrañas de las victimas; y á Quinto Sulpicio, porque en el acto de estar sacrificando se le cayó de la cabeza el velo que llevan los llamados Flamines.

Tambien estando el dictador Minucio nombrando por maestre de la caballería á Cayo Flaminio, porque en el acto se oyó el rechinamiento de un raton, al que llaman Sorice, retiraron sus votos á entrambos, y nombraron otros. Mas aunque tanta exactitud ponian en estas cosas que parecen pequeñas, no por eso tenía parte supersticion ninguna en no alterar ni omitir nada de las prácticas heredadas.

Hecba la abdicacion por Flaminio y su colega, fué designado cónsul Marcelo por los que llaman intereyes, y luego que se entregó de la autoridad, le dieron por colega á Neyo Cornelio. Dicese que como los Galos diesen muchos pasos hacia la reconciliacion, y tambien el Senado se inclinase á la paz, Marcelo irritó al pueblo para que apeteciese la guerra; y áun sin embargo de que llegó á hacerse la paz, los Galos mismos parece que obligaron á la guerra, pasando los Alpes y alborotando á los lasubres; porque siendo unos treinta mil, se unieron á éstos, que les