Página:Las vidas paralelas de Plutarco - Tomo II (1879).pdf/255

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
257
MARCELO.

Marchó, pues, llevando consigo á su colega Crispino, y á su hijo, que era tribuno, con unos doscientos y veinte de á caballo, entre los cuales no había ningun Romano, sino que los más eran Etruscos, y como cuarenta Fregelianos, que siempre se habian mostrado obedientes y fieles á Marcelo. Como el collado era, segun se ha dicho, poblado de espesura y sombrío, un hombre sentado en la eminencia estaba en observación de los enemigos, registrando, sin ser visto, el ejército de los Romanos: y dando aviso de lo que pasaba á los lanceros, dejaron éstos que Marcelo, que se adelantaba en su reconocimiento, llegase cerca, y levantándose de pronto, le cercaron á un tiempo por todas partes, y empezaron á tirar dardos, á herir y á perseguir á los fugitivos, trabando pelea con los que hacian frente, que eran solos los cuarenta Fregelianos; pues los Etruscos fueron ahuyentados desde el principio, y éstos, dando cara se defendian protegiendo á los cónsules; hasta que Crispino, herido con dos dardos, dió á huir con su caballo, y Marcelo fué traspasado por un costado con un hierro ancho, al que los Romanos llaman lanza. Entónces los pocos Fregelianos que estaban presentes le abandonaron viéndolo ya en tierra, y arrebatando al hijo que tambien se hallaba herido, se retiraron al campamento.

Los muertos fueron poco más de cuarenta, quedando cautivos de los lictores cinco, y de los de á caballo diez y ocho. Murió tambien Crispino de sus heridas, habiendo sobrevivido muy pocos dias; y entonces por la primera vez sufrieron los Romanos un descalabro nunca antes visto, que fué morir los dos Cónsules en un mismo combate.

De todos los demas hizo Aníbal muy poca cuenta; pero al oir que Marcelo habia muerto, marchó inmediatamente al sitio, y parándose ante el cadáver, estuvo mucho tiempo considerando la robustez y belleza de su persona, sin proferir expresion ninguna de vanagloria, ni manifestar regocijo en su semblante, como otro quizá lo hubiera heTOXO II.

17