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Plutarco.—Las vidas paralelas.

cho al ver muerto tan grave y poderoso enemigo; sino que admirado de lo extraño del caso, le quitó, sí, el anilio; pero adornando y componiendo el cuerpo con el conveniente decoro, lo hizo quemar, y recogiendo las cenizas en una urna de plata que ciñó con corona de oro, las envió al hijo. Algunos Namidas asaltaron a los que las conducian, y se arrojaron á quitarles la urna, y como los otros trataran de recobrarla, en la lucha y contienda arrojaron por el suelo las cenizas. Súpolo Aníbal y prorumpió ante los que con él estaban en la expresion de que es imposible hacer nada contra la voluntad divina, y aunque castigó á los Numidas, ya no volvió a pensar en recoger y enviar los huesos, como dando por supuesto que por alguna particular disposicion de Dios habia sucedido por un modo extraño la muerte de Marcelo, y el que quedase insepulto. Así es como lo refieren Cornelio Nepote y Valerio Máximo; pero Livio y César Augusto afirman que la urna fué llevada á poder del hijo, y que se le dió honrosa sepultura. Sin contar las dedicaciones de Roma, consagró Marcelo un gimnasio en Catana de Sicilia, y estatuas y cuadros de los de Siracusa que colocó en Samotracia en el templo de los Dioses que llaman Cabirios, y en el templo de Minerva junto á Lindo. En éste, segun dice Posidonio, se había puesto á su estatua esta inscripcion:

El astro claro de la patria Roma, Descendiente de ilustres genitores Marcelo Claudio es, huésped, el que miras.

La dignidad de Cónsul siete veces Regentó en la ciudad del fiero Marte, Siendo de sus contrarios grande estrago.

Por lo que se echa de ver que el que hizo la inscripcion añadió á los cinco consulados los dos proconsulados que obtuvo tambien Marcelo. Su linaje permaneció siempre