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MARCO CATON.

res, los habia entusiasmado por la filosofía. Estos sucesos fueron agradables á los demas Romanos, que veian con gusto que los jóvenes se aplicasen á la instruccion griega, y comunicasen con tan admirables varones; pero Caton, á quien desde el principio habia sido poco grato el que fuese cundiendo en la ciudad la admiracion de la elocuencia por temor de que los jóvenes, convirtiendo á ella su aficion, prefiriesen la gloria de hablar bien á la de las obras y he chos militares; cuando llegó á tan alto punto en la ciudad la fama de aquellos filósofos, y se enteró de sus primeros discursos, que á solicitud é instancia suya tradujo ante el Senado Cayo Acilio, varon muy respetable, tomó ya la resolucion de hacer que con decoro fueran todos los filósofos despedidos de la ciudad. Presentándose, pues, al Senado, reconvino á los Cónsules sobre que estaba detenida sin hacer nada una embajada compuesta de hombres á quienes era muy fácil persuadir lo que quisiesen: por tantoque sin dilacion se tomara conocimiento, y determinara acerca de la embajada, para que éstos, volviendo á sus escuelas, instruyesen á los hijos de los Griegos, y los jóvenes Romanos sólo oyesen como ántes á las leyes y á los magistrados.

No lo hizo esto, como algunos han creido, porque estuviese mal individualmente con Carneades, sino por ser opuesto en general á la filosofía, y por desdeñar con or gullo y soberbia toda instruccion y enseñanza griega: así es que aun de Sócrates se atreve á decir que aquel hombre hablador y violento intento del modo que le era posible tiranizar å su patria, alterando las costumbres, y llamando é impeliendo a los ciudadanos á opiniones contrarias á las leyes. Satirizando la ocupacion y enseñanza de Isócrates, decia que los discípulos envejecian en su escuela para ir á usar de su arte y perorar causas en el infierno.

Para indisponer al hijo con las cosas de los Griegos empleó una voz más entera que lo que su vejez permitía, y