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Plutarco.—Las vidas paralelas.

tiéndolos vivamente; y por fin, á fuerza de ruegos, en la junta consiguió de ésta que tambien se quitaran las guarniciones de las mencionadas ciudades, para que así el reconocimiento de los Griegos hácia él fuese completo. Celebrábanse los juegos Istmicos, y habia gran concurso en el estadio para ver los combates, como era natural cuando la Grecia reposaba de una guerra hecha por largo tiempo con la esperanza de la libertad y se reunia en medio de una paz segura. Hizose con la trompeta la señal de silencio, y presentándose en medio el pregonero, anunció que el Senado de los Romanos y el cónsul Tito Quincio su general, despues de haber vencido al rey Filipo y á los Macedonios, declaraban libres de tener guarniciones, exentos de todo tributo, y no sujetos á otras leyes que la propias de cada pueblo, á los Corintios, Locros, Focenses, Eubeos, Aqueos, Tictas, Magnesios, Tesalianos y Perrebeos. Al principio no lo entendieron todos ni lo oyeron bien; por lo que se excitó en el estadio un movimiento extraño y una grande inquietud, admirándose unos, preguntando otros, y pidiendo que volviera á repetirse. Hizose, pues, silencio de nuevo, y despues que habiendo esforzado el pregonero la voz, todos oyeron y comprendieron el pregon, fué grande la gritería que con el gozo se movió, difundiéndose hasta el mar; pusiéronse en pié todos los del teatro, y ya nadie dió la menor atencion á los combatientes, sino que todos corrieron á arrojarse á los piés y tomar la diestra del que saludaban como salvador y libertador de la Grecia. Vióse entonces lo que muchas veces se ha dicho por hipérbole acerca de la gran fuerza de la voz humana: porque unos cuervos que por casualidad volaban por allí cayeron al estadio. La causa fué sin duda haberse cortado el aire: porque cuando suben muchos grilos altos y reunidos, dividido el aire por ellos, no sostiene á las aves que vuelan, sino que hay cierto hueco, como sucede á los que dan un paso en vago: á no que sea que reciban golpe como si