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Plutarco.—Las vidas paralelas.

Aqueos, su enojo no era profundo ni se extendia á obras, sino que se quedala en palabras, con las que manifestaba su sentir, y áun esto de una manera urbana: así con nadie fué áspero, aunque para algunos fuese pronto y pareciese ligero por su indole: por lo demas, tenia calidades que le hacian amable á todos; y en el decir no le faltaba soitura y gracia. Porque á los Aqueos, que trataban de adquirir para sí la isla de Zacinto, para retraerlos les dijo que se exponian al riesgo de las tortugas, queriendo alargar la cabeza más allá del Peloponeso. Filipo, la primera vez que se reunieron para hablar de tratados y de paz, le dijo que el mismo Tito había traido muchos consigo, cuando él babia venido solo; y replicando aquél al punto, «eso es, le dijo, porque tú mismo te has reducido á soledad, habiendo dado muerte á lus amigos y parientes. Dinócrates de Mesena, habiéndose alegrado entre los brindis estando en Roma, se puso á danzar con un traje de mujer, y como al dia siguiente se presentase á Tito pidiéndole le auxiliara en el proyecto que tenía de separar á Mesena de la liga de los Aqucos: «veremos, le dijo; pero me maravillo de que trayendo tales negocios entre manos, puedas cantar y bailar en un festin.» A los Aqueos, con ocasion de referirles los embajadores de Antioco la muchedumbre de las tropas de éste, y de contarles sus diversas denominaciones, les dijo, que cenando él mismo una vez en casa de un huésped se quejó á éste del gran número de platos, mostrando maravillarse de que hubiese habido mercado tan abundante para proveerse de aquel modo; y que el huésped le habia respondido que todos se reducian á carne de puerco, diferenciándose solu en el género do guiso y en las salsas:

«pues del mismo niodo, añadió, no os maravilleis vosotros, oh Aqueos, de las grandes fuerzas de Antioco, al oir lanceros, azconeros, pezetairos (1): porque todos estos no (1) Soldados distinguidos entre los Sirios y Macedonios, que venian á constituir la más inmediata guardia del Rey.