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Plutarco.—Las vidas paralelas.

aliados. I Ft tuvo Eacidas dos hijas, Dudamia y Troyay un hijo, que fue Pirro.

Sublevaronse los Molosos, y arrojaron del trono á £acidas. llamando á él á los hijos de Neoptolemo. Muchos de los amigos de Eacidas perecieron en la insurreccion; pero Andricl.de y Angelo, ocuitando á Pirro, todavía muy niño, á qui—n con ansia buscaban los enemigos, pudieron evadirse, levando por fuerza en su compañia á algunos esclavos y á las bujeres que servian á aquél de amas. La tuga por esta causa era diticultosa y tardía, y como fuesen alcanzados, entregaron el niño á Androcleon, Hipias y Neandro, jóvenes de confianza y valor, encargándoles que huyeran á toda prisa hasta entrar en Megara de Macedonia.

Ellos. en tanto, ora con ruegos y cra peleando, lograron contecer & I [ue los perseguian hasta bien entrada la tarde; y despues que á tanta costa los hubieron rechazado, fuerun á juntarse con los que llevaban á Pirro. Cuando puesto el sol se creian eu el término de su esperanza, decayeron repentinamente de ella arriban lo al rio que pasa por junto á la ciudad, la!!ándole amenazador y soberbio, y que de Binguna manera daba paso a los que lo intentaban, por cuanto llevaba gran caudal de aguas, y éstas muy turbias con motivo de haber llovido mucho, y además las tinieblas todo lo hacian más temible. Desconfiaron, pues, de poder ellos solos salvar al niño y a las mujeres que le criaban:

mas habiendo sentido que al otro lado habia algunas gentes del país, les pelian auxilio para pasar, mostrándoles á Pirro, y clamando y suplicando. Los otros nada oian por la rapidez y ruido del rio, perdiéndose el tiempo mientras los unos gritaban y los otros no entendian; hasta que parándose uno á meditar le ocurrió separar la corteza interior de una encina, y escribir en ella con el clavo de una hebilla letras que refiriesen el apuro en que se hallaban, y la suerte de aquel niño. Rodéala despues á una piedra, para que con esta se diese impulso al tiro, y así la puso