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Plutarco.—Las vidas paralelas.

Cineas con este discurso más bien mortificó que corrigió á Pirro; pues aunque entró en cuenta del grande sosiego que gozaba, no fué dueño de renunciar á la esperanza de los proyectos y empresas á que estaba decidido.

Empezó, pues, por enviar en auxilio de los Tarentinos á Cineas, que llevó consigo tres mil soldados; despues traidos de Tarento muchos trasportes para caballos, naves armadas y loda especie de buques, embarcó veinte elefantes, tres mil caballos, veinte mil infantes, dos mil arqueros, y honderos quinientos. Cuando todo estuvo á punto, se hizo á la vela; y hallándose ya en medio del mar Jonio, fué arrebatada violentamente la escuadra de un recio Bóreas que á deshora se levantó; y lo que es él mismo pudo, aunque no sin dificultad y trabajo, ser llevado á la orilla y arrimado á tierra por la industria y cuidado de los pilotos y marineros; pero la escuadra se separó y dispersó; y unas naves desviadas de la Italia corrieron por los mares Libico y Siciliano, y á otras que no pudieron doblar el promontorio Yapigio, las sorprendió la noche, y arrojándolas la marejada á playas inaccesibles y desconocidas, las destruyó todas á excepcion de la del Rey. Esta, miéntras fué sólo contrastada del oleaje, pudo sostenerse y resistir por su porte y firmeza á los embates del mar; pero cuando ya empezó á soplar y rodearla el viento de tierra dándole por la proa, corrió gran riesgo de abrirse y despedazarse: así el más terrible de los males que se tenian presentes era el entregarse de nuevo á un mar irritado y á un viento que por puntos variaba; y con todo, levando ancoras Pirro, se lanzó mar adentro, siendo grande la porfia y empeño de sus amigos y sus guardias en estar á su lado. Mas la noche y las olas con fuerte bramido y violento torbellino estorbaban que pudieran socorrerse: de manera que con dificultad al dia siguiente, aplacado ya el viento, pudo saltar en tierra, quebrantado y sin poderse valer de su cuerpo; pero ontrastando por la energía y fuerza de su alma con