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PIRRO.

cautivos, bien fuese la remesa favor de un enemigo ó recompensa de no haber sido injustos, enviaron asimismo á Pirro otros tantos Tarentinos y Samnites; pero acerca de la amistad y paz no permitieron que se entrase en conferencia, sin que antes retirase de la Italia sus armas y su ejército, tornándose al Epiro en las mismas naves en que vino. Fué, pues, preciso disponerse á otra batalla; para lo que poniendo en movimiento su ejército, y alcanzando á los Romanos junto á la ciudad de Asculo, fuó de éstos impelido á lugares inaccesibles á la caballeria, y á un sitio muy pendiente y poblado de matorrales, que quitaba toda facilidad para que los elefantes se unicran con la hueste; y habiendo tenido muchos muertos y heridos, súlo la noche puso fin al combate. Pensó entonces cómo al dia siguiente baria la guerra cn lugar llano, en el que los elefantes padieran oponerse á los enemigos; y como para ello ocupase con una gran guardia los malos pasos, y colocase entre los elefantes multitud de azconeros y saeleros, acometió con gran impetu y fuerza, levando su hueste muy espesa y apiñada. Los Romanos, no siendo dueños como antes de los desfiladeros y puestos ventajosos, acometieron tambien de frente en la llanura; y,procurando rechazar á los pesadamente armados antes que sobreviniesen los elefantes, tuvieron con las espadas un terrible combate contra las lanzas, no curando de sí en ninguna manera, ni atendiendo á otra cosa que á herir y trastornar, sin tener en nada lo que padecion. Al cabo de mucho tiempo dícese que la retirada tuvo principio en el punto donde se hallaba Pirro, que acoso extraordinariamente á los que tenía al frente; mas el principal daño provino del impetu y fuerza de los elefantes, no pudiendo los Romanos usar de su valor en la batalla; por lo cual, como si una ola ó un terremoto los estrechase, creyeron que debian ceder y no esperar á morir con las manos ociosas, padeciendo, sin poder ser de ningun provecho, los males más terribles. Y sin embargo