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Plutarco.—Las vidas paralelas.

las palabras aparentó otra cosa, áun con los mismos Lacedemonios que fueron á él de embajadores á Megalópolis.

Porque les dijo ser su venida á libertar las ciudades sujetas á Antígono; y tambien á enviar á Esparta sus hijos de corta edad, si no habia inconveniente, á fin de que educados en las costumbres lacónicas, tuvieran aquello de ventaja sobre los dernas reyes. Engañándolos de este modo, y usando tambien de simulacion con cuantos trató en el camino, apenas puso el pié en la Laconia empezó á saquearlos y despojarlos. Reconviniéndole tos embajadores con que para entrar así en su país no les habia denunciado la guerra,» bien sabemos, les respondió, que tampoco vosotros los Lacedemonios avisais á los otros de lo que intentais hacer; y uno de los que allí se hallaban, llamado Mandriquida, usan lo del dialecto lacónico, le repuso: «Si eres un Dios, no nos harás mal, porque no te hemos ofendido; si hombre, no faltará otro que valga más que tú.» Bajó luego á Esparta, y Cleonumo quería que la inva diera sin detencion; pero Pirro, temeroso, segun se dice, de que los soldados saqueasen la ciudad si entraban de noche, le contuvo diciendo que ya se haria al dia siguiente; porque ellos eran pocos, y los cogian desprevenidos á causa de la prontitud. Hacía además la casualidad que Areo no se ballase allí, sino en Creta auxiliando á los Gortinios que tenian guerra; y esto fué lo que principalmente salvó á la ciudad mirada con desprecio por su soledad y flaqueza: pues Pirro, persuadido de que no tendria que combatir con nadie, se acampó, cuando los amigos é hilotes de Cleonuino tenian la casa prevenida y dispuesta para que Pirro fuese festejado en ella. Mas venida la noche, como los Lacedemonios empezasen á deliberar sobre mandar las mujeres á Creta, éstas se opusieron á ello, y áun Arquidamía se presentó ante el Senado con una espada en la mano haciendo cargo á los hombres de que creyesen que ellas desearian vivir despues de perdida Esparta. Resol.