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Plutarco.—Las vidas paralelas.

gia. Tenía entrambas piernas muy varicosas, causándole esta especie de hinchazon una deformidad que le disgustaba, por lo que resolvió ponerse en manos del cirujano Presentóle, pues, la una pierna; y sin que le tuviesen, su frió los violentos dolores de las incisiones sin moverse, sin lanzar un suspiro, en silencio y eon inalterable rostro pero pasando á la otra el cirujano, ya no quiso alargarl diciendo: «No veo que la curacion de este defecto sea dig de un dolor semejante.» Cuando el cónsul Cecilio Metelo fué enviado de general al Atrica para la guerra contra Yugurta, nombró por legado á Mario; el cual, aprovechando aquella ocasion de hechos señalados é ilustres, dejó á un lado el cuidar de los aumentos de Metelo, y el ponerlo todo á su cuenta, como solian hacerlo los demas. No teniendo, pues, en tanto el haber sido nombrado legado por Metelo, como el que la fortuna le ofreciese lan favorable oportunidad y le introdujese en tan magnífico teatro, se esforzó á dar pruebas de toda virtud; y llevando consigo la guerra mil incomodidades, ni rebusó ningun trabajo por grande que fuese, ni desdeño tampoco los pequeños. Con esto, con aventajarse á sus iguales en el consejo y la prevision de lo que convenia, y con igualarse á los soldados en la sobriedad y el sufrimiento, se ganó enteramente su amor y benevolencia; porque en general parece que le da consueto al que tiene que trabajar que haya quien voluntariamente trabaje con él; pues con esto como que á él tambien se le quita la necesidad. Era además espectáculo muy agradable al soldado romano un general que no se desdeñaba de comer públicamente el mismo pan, de tomar el mismo sueño sobre cualquiera mullido, y de echar mano á la obra cuando había que abrir fosos ó que establecer los reales; pues no tanto admiran á los que distribuyen los honores y los bienes, como á los que toman parte en los peligros y en la fatiga; y en más que á los que les consienten el ocio,