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CAYO MARIO.

cendientes que le fuesen á él semejantes, puesto que ellos mismos no se habian hecho célebres por su noble origen, sino por su virtud y sus hazañas. Y esto no lo decía precisamente por vanidad y jactancia, ni sólo porque quisiese indisponerse con los poderosos, sino porque el pueblo, complaciéndose en la mortificacion del Senado, solia me dir la grandeza de ánimo por la arrogancia de las expresiones, y así él era quien le impelia á humillar á los ciudadanos más sobresalientes para complacer á la muchedumbre.

Luego que pasó al Africa, no pudiendo Metelo soportar la envidia, é incomodado sobremanera de que teniendo ya concluida la guerra, sin restar otra cosa que la materialidad de apoderarse de la persona de Yugurta, viniese Mario á recoger la corona y el triunfo, debiendo estos adelantamientos á sola su ingratitud, no aguardó á que llegara donde él estaba, sino que partió del ejército y fué Rutilio quien bizo la entrega de él á Mario, bailándose de legado de Metelo. Pero persiguió tambien á Mario un mal hado en la conclusion de este negocio: porque le arrebató Sila la gloria del vencimiento, como él la habia arrebatado á Metelo. El modo como esto sucedió lo referiré muy por encima, por cuanto la narracion circunstanciada de estos sucesos pertenece más á la Vida de Sila. Boco, rey de los Numidas superiores, era yerno de Yugurta, y miéntras duró la guerra, no pareció tomar gran parte en ella, recelando de su perfidia y temiendo que aumentase su poder; mas despues que reducido á la fuga y andando errante habia puesto en Boco su última esperanza, y marchaba en su busca, recibiéndole éste en tal situacion de desvalido más por vergüenza que por afecto, cuando le tuvo á su disposicion, á las claras y en público intercedia por él con Mario, escribiéndole que de ningun modo le entregaria; pero en secreto medilaba hacorle traicion, enviando á llamar á Lucio Sila, cuestor de Mario, que habia hecho