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Plutarco.—Las vidas paralelas.

Metelo un hijo todavía en la infancia. En tanto Mario ins—.taba para que se le diera licencia; pero se la dilató con varios pretextos, y por fin se la concedió cuando no faltaban más que doce dias para la designacion de los cónsules. Mario anduvo el largo camino que habia del campamento á Utica sobre el mar en dos dias y una noche; y antes de embarcarse hizo un sacrificio. Dicese haberle anunciado el agorero que los Dioses le pronosticaban hechos y sucesos muy superiores á toda esperanza, con lo que partió sumamente engreido. Hizo en cuatro dias la travesía con viento en popa, y apareciéndose de súbito ante el pueblo, que le recibió con deseo, presentado por uno de los tribunos en la junta, bizo diferentes recriminaciones á Metelo, y se mostró pretendiente del Consulado, con promesa de que muerto ó vivo había de tener en su poder á Yugurla. Habiendo sido nombrado con grande aceptacion, se dedicó al punto á reclutar ejército, admitiendo en él, con desprecio de las leyes y costumbres, á mucha gente jornalera y esclava: siendo así que los generales antiguos no les daban á éstos entrada, sino que mirando como un honor el ejercicio de las armas, sólo las ponian en manos beneméritas, teniendo como por fianza la hacienda de cada uno. Con todo no fué esto lo que más desacreditó á Mario, sino sus expresiones arrogantes, que ofendian á los principales por el ajamiento é injuria que contenian: gritando continuamente aquél que su Consulado era un despojo tomado á la molicie de los nobles y de los ricos, y que él se recomendaba at pueblo con sus heridas propias, no con memorias de muertos ni con imágenes ajenas. Muchas veces nombrando á los generales que habian peleado desgraciadamente en el Africa, como Beştia y Albino, varones ilustres en linaje, pero počo guerreros, y que por su impericia se perdieron, solia preguntar á los que se hallaban presentes, si no creian que los antepasados de éstos habrian querido más dejar des.