Página:Las vidas paralelas de Plutarco - Tomo II (1879).pdf/492

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
494
Plutarco.—Las vidas paralelas.

los que le pudieran dirigir en el gobierno y en la guerra.

Este, pues, ántes que entrase Mario, fué arrancado de la tribuna. y muerto por un piquele que le precedió; y se dice que a su muerte se le balló en el seno una nómina caldea: siendo cosa extraña que de estos dos hombres ilustres, á Mario le diese poder el no despreciar los agueros, y á Octavio le perdiese.

Hallándose las cosas en esta situacion, juntose el Senado, y envió mensajeros á Cina y Mario, pidiéndoles que entrasen en la ciudad y tuviesen consideracion con los ciu dadanos. Cina como Cónsul los oyó sentado en la silla curul y les dió muy humana respuesta; pero Mario estaba separado de la silla sin responder palabra; mas se echaba claramente de ver en el ceño de su semblante y en la fiereza de su vista que iba bien presto á llenar la ciudad de carniceria y de muertes. Cuando ya se resolvieron á marchar, Cina entraba acompañado de su guardia; pero Mario quedándose á la puerta decia como por ironía, lleno de coraje, que él era un desterrado arrojado de la patria conforme á una ley, y que si ahora, hallándose presente, hubiera quien hiciese proposicion, con otro decreto se desataria el que le desterraba; como si él fuese hombre á quien hicieran fuerza las leyes, y como si entrase en una ciudad libre. Convocaba, pues, al pueblo á la plaza, y ántes que tres o cuatro curias hubiesen dado sus sufragios, dejando aquella simulacion y aquellas buenas palabras de desterrado, comenzó á marchar acompañado de una guardia, compuesta de los que habia escogido entre los esclavos que se le presentaron, á los que daba el nombre de Bar deos. Estos á su órden, unas veces comunicada en voz y otras por señas, daban muerte á muchos; llegando la cosa á punto que á Ancario, varen consular y jefe de la milicia, porque habiéndose encontrado con Mario, y saludádole, éate ne le volvió el saludo, le quitaron la vida á su vista pasándole con las espadas; y ya desde entónce ouando sa