Página:Las vidas paralelas de Plutarco - Tomo II (1879).pdf/94

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
96
Plutarco.—Las vidas paralelas.

pondiente á sus sobresalientes hechos y virtudes, se vió desairado: así al uno ni áun cuando recibian daño podían aborrecerle sux conciudadanos; y al otro áun cuando le admiraban no podían amarle.

Marcio, pues, en nada fué útil á su ciudad revestido de mando, sino más bien á los enemigos contra su propia patria; cuando con Alcibiades, ya yendo al mando de otros, y ya mandando él, tuvieron ventaja los Atenienses; y lo que es mientras se halló presente, dominó como quiso á aus enemigos, no prevaleciendo las calumnias sino en su ausencia, Pero Marcio presente fué condenado por los Romanos, y presente le acabaron los Volscos: verdad es que fué injusta y abominablemente; mas él mismo les dió armas con que defenderse, por cuanto no habiendo admitido la paz propuesta públicamente, cedió á particulares ruegos de unas mujeres, no deponiendo la enemistad, sino malogrando y destruyendo la sazon oportuna de la guerra que quedó pendiente, pues hubiera sido razon que se hubiese puesto de acuerdo con los que de él se fiaron, si de la justicia que les era debida hubiese hecho alguna cuenta.

Mas si en la suya no entraron para nada los Volscos, y solo con el deseo de saciar su cólera acaloró primero la guerra y despues la entibió, no estuvo bien que por la madre perdonase á la patria, sino con ésta tambien á la madre; puesto que ésta y la esposa eran una parte de la eiudad que sitiaba. Pues el haberse habido inhumanamente con los ruegos y súplicas de los embajadores y con las preces de los sacerdotes, y luego conceder á la madre la retirada, esto no fué honor de la madre, sino afrenta de la patria, rescatada por el duelo y el ademan de una sola mujer, como si no fuera por sí misma digna de que se la salvase: gracia que debió ser mal vista, y que fué en verdad cruel y sin agradecimiento, no habiéndose hecho recomendable ni á los unos ni á los otros, pues que se retiró sin tener condescendencia con los combatidos, y sin la