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Comparacion de Alcibiades y Marcio Cayo Coriolano.

Y CORIOLANO.

97 aprobacion de los que con él combatian; de todo lo cual fué causa lo intratable y demasiado arrogante y soberbio de su condicion; pues siendo ya esto por sí mismo muy incómodo á la muchedumbre, si se junta con la ambicion, se hace enteramente desabrido é intolerable: porque los tales no tiran á congraciarse con la muchedumbre, baciendo que no aspiran á los honores; y despues se ponen desesperados cuando no los alcanzan. Tambien tuvieron esta partida de no ser obsequiosos y amigos de adular á la muchedumbre Metelo, Arístides y Epaminondas; pero porque de véras no se les daba nada de aquellas cosas que la plebe es árbitra de darias ó de quitarlas, desterrados muchas veces, desatendidos y condenados, no se enojaron con sus conciudadanos poco reconocidos; y despues, cuando los vieron mudados, se mostraron contentos, y se reconciliaron con los que los fueron á buscar: porque el que ménos tiene de condescendiente con la muchedumbre, ménos debe mostrarse ofendido de ella; pues el incomodarse más de no alcanzar los honores, nace precisamente de haberlos apetecido con más ángia.

Alcibiades, pues, no negaba que le era muy satisfactorio verse honrado, y que sentia ser desatendido; y por tanto procuraba ser afable y halagueño con cuantos se le presentaban; pero á Marcio su orgullo no le permitió hacer obsequios á los que podian honrarte y adelantarle; y al mismo tiempo la ambicion le hizo irritarse y enfadarse cuando le desatendieron. Y esto es lo único que puede mirarse como culpable en tan esclarecido varon, habiendo sido todos los demas hechos suyos sumamente brillantes; y en cuanto a la templanza y desprendimiento del dineroera digno de que se le comparara con los más excelentes y más integros de los Griegos, y no con Alcibiades, sumamente osado en estos puntos, y que hacía muy poca cuenta de la virtud.

TONO II.

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