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CAYO JULIO CÉSAR.

il e de CAYO JULIO CÉSAR.

107 complexion flaca, de carnes blancas y flojas, y estar sujeto á dolores de cabeza y al mal epiléptico, habiendo sido en Córdoba donde le acometió la primera vez, segun se dice, no buscó en su delicadeza pretexto para la cobardia; sino haciendo de la milicia una medicina para su debilidad, con los contínuos viajes, con las comidas poco exquisitas, y con tomar el sueño en cualquiera parte, lidiaba con sus males y conservaba su cuerpo puede decirse que inaccesible á ellos. Por lo comun tomaba el sueño en carruaje ó en litera, haciendo de este modo que el mismo reposo se convirtiera en accion; y sus viajes de dia eran á las fortalezas, á las ciudades y á los campamentos, llevando á su lado uno de aquellos amanuenses que estaban acostumbrados á escribir en la marcha, y yendo á la espalda un sólo soldado con espada. De este modo corria sin intermision; de manera que cuando hizo su primera salida de Roma, á los ocho dias estaba ya en el Ródano. El correr á caballo le era desde niño muy fácil: porque se habia acostumbrado á hacer correr á escape un caballo con las manos cruzadas á la espalda; y en aquellas campañas se ejercitó en dictar cartas caminando á caballo, dando que bacer á dos escribientes á un tiempo, y segun Opio á muchos.

Dícese haber sido César el primero que introdujo tratar con los amigos por escrito, no dando lugar muchas veces la oportunidad para tratar cara á cara los negocios urgentes, por las muchas ocupaciones y por la grande extension de la ciudad. De su poco reparo en cuanto á comida se da tambien esta prueba: teniale dispuesta cena en Milan su huésped Valerio Leon, y habiéndole puesto espárragos, en lugar de aceite echaron ungüento; comió, no obstante, sin manifestar el menor disgusto, y á sus amigos que no lo pudieron aguantar, los reprendió, diciéndoles: «Basta no comer lo que no agrada; y el que reprende esta rusticidad es el que se acredita de rústico.» Obligado de la tempestad en una ocasion yendo de camino á recogerse en la casilla