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Plutarco.—Las vidas paralelas.

que prorumpió en esta expresion: «No quisiera, ob CaLon, que Luvieras la gloria de esa muerte, como tú no has querido que yo tenga la de salvarle la vida.» El discurso que despues de estos hechos y despues de la muerte de Caton escribió contra él no da pruebas de que le mirase con compasion, ó de que no le fuera enemigo: porque ¿cómo habria perdonado vivo á aquel contra quien cuando ya no lo sentia vomitó tanta cólera? Pero con todo, de la indulgencia con que trató á Ciceron, al mismo Bruto, y á otros infinitos de los vencidos, quieren colegir que aquel discurso no se formó por enemistad, sino por cierta contienda política con la ocasion siguiente. Escribió Ciceron el elogio de Caton, y dió el título de el Caton á este opúsculo, que no era extraño fuese solicitado de muchos como escrito por el más elocuente de los oradores sobre el asunto más grande y más digno. Esto mortificó á César, que reputaba por acusacion propia la alabanza de un varon que se habia dado muerte por su causa. Escribió, pues, otro discurso, en el que reunió contra Caton muchas causas y motivos, y al que intituló el Anticaton. De estos discursos uno y otro tienen, por César y por Caton, muchos que los buscan y leen con ansia.

Luego que volvió del Africa á Roma, lo primero que hizo fué dar grande importancia ante el pueblo al hecho de haber sojuzgado una region tan extensa, que contribuia cada año en beneficio del público con doscientas mil fanegas ó medimnos áticos de trigo, y ciento veinte mil arrobas de aceite. Despues celebró sus triunfos, el Egipciaco, el Pónlico y el Africano, concedido, no por Escipion, sino por el rey Juba. Entonces Juba, el hijo de óste, fué llevado en el triunfo siendo todavia niño; á consecuencia de lo cual le cupo la más feliz cautividad; pues que habiendo salido de entre los Númidas bárbaros, llegó á ser contado entre los más instruidos de los historiadores griegos. En seguida de los triunfos hizo grandes donativos á los sol-