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CAYO JULIO CÉSAR.

dados, y captó la benevolencia del pueblo con banquetes y espectáculos, dando de comer & Lodos en veintidos mil mesas; y por lo que hace á espectáculos, los dió de gladiatores y de combates navales en honor de su hija Julia, que habia muerto mucho ántes. Despues de los espectáculos se hizo el censo ó recuento de los ciudadanos, y en lugar de los trescientos veinte mil de los censos anteriores, sólo resultaron entre todos ciento cincuenta mil:

¡tan grandes males trajo la sedicion, y tanta parte destruyó del pueblo! sin que pongamos en cuenta las calamidades que afligieron al resto de la Italia y á las provincias.

Terminadas que fueron estas cosas, designado cuarta vez cónsul, marchó á España contra los hijos de Pompeyo, jóvenes todavía, pero que habian reunido un numeroso ejército, y mostraban en su valor ser dignos de mandarle; tanto, que pusieron á César en el último peligro. La batalla, que fué terrible, se dió junto á la ciudad de Munda, y en ella, viendo César batidos á sus soldados, y que resistian débilmente, corrió por entre las filas de los de todas armas, gritándoles que sí habian perdido toda vergüenza lo cogiesen y lo entregasen á aquellos mozuelos. Por este medio consiguió, no sin grande dificultad, que rechazaran con el mayor debuedo á los enemigos; á los que les mató más de treinta mil hombres, habiendo perdido por su parte mil de los más esforzados. Al retirarse ya de la batalla dijo á sus amigos que muchas veces habia peleado por la victoria, y entonces por primera vez por la vida. Ganó César esta bataila el dia de la fiesta de los Bacanales, diciéndose que en igual dia habia salido Pompeyo Magno para la guerra, y el tiempo que habia mediado era el de custro años. De los hijos de Pompeyo, el más jóven huyó, y del mayor le trajo Didio la cabeza de allí á pocos dias.

Esta fué la última guerra que hizo César, y el triunfo que por ella celebró afligió de todo punto á los Romanos; pues que no por haber domado á caudillos extranjeros ó reyes