Página:Las vidas paralelas de Plutarco - Tomo IV (1880).pdf/166

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
168
Plutarco.—Las vidas paralelas.

verano aconsejaba á los Atenienses que hiciesen la guerra á Filipo, y que despues, medio sofocado y bañado de sudor, porque estaba muy grueso, tomaba continuos sorbos de agua, «estará muy bien, dijo, que decreteis la guerra por consejo de este hombre, de quien ¿qué podrá esperarse cuando se haile con la coraza y el escudo, tenga los enemigos cerca, si ahora para deciros lo que tiene meditado está para ahogarse?» Dociale Licurgo en una junta pública un sin fin de denuestos; añadiendo por fin, que pidiendo Alejandro diez de los demagogos, habia aconsejado que se le entregasen; y él le respondió: «Muchas cosas buenas y útiles les he aconsejado; pero no me hacen caso.» Habia un tal Arquibiades, á quien se daba el mote de Laconista, porque se habia dejado crecer una larga barba; ilevaba una mala capa á la Espartana, y tenía un aire tétrico y severo; y en un alboroto que se movió en el consejo, Focion apeló á éste para que le sirviera de testigo en lo que decia y le ayudara; mas él, levantándose, no aconsejó sino lo que sabia que seria grato á los Atenienses; y Focion entonces, asiéndole por la barba, «¿pues por qué, le dijo, ob Arquibiades, no te afeitas?» Aristogiton el delator en las juntas públicas estaba siempre por la guerra, é inflamaba al pueblo á emprenderla; pero cuando llegó el tiempo del alistamiento, se presentó con una muleta y con una pierna entrapajada, y apénas Focion lo vió á lo lejos, desde su escaño gritó al amanuense: Escribe tambien á Aristogiton, cojo y malo. Era por tanto cosa de maravillarse cómo un hombre tan irritable y tan severo tenía el concepto y áun el nombre de bueno; y es que en mi opinion, aunque difícil, no es imposible que al modo del vino un hombre sea al mismo tiempo dulce y picante; asi como otros, que son tenidos por dulces, son desabridos y dañosos para los que los experimentan; y áun de Hipericles se refiere haber dicho hablando al pueblo: «No mireis, oh