Página:Las vidas paralelas de Plutarco - Tomo IV (1880).pdf/197

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
199
CATON EL MENOR.

naba más á la justicia rigida y severa que nunca declinase álla condescendencia ni al favor. Ejercitaba la elocuencia como un instrumento para hablar á la muchedumbre, por creer que así como en una ciudad grande hay prevenciones de guerra, convenia tambien tener hechos preparativos en la filosofía política; pero estos preparativos no los hacía en presencia de otros, ni le oyó nunca nadie perorar; y á uno de sus amigos que le dijo: «Se habla, oh Calon, y se murmura de tu silencio.—Muy bien, le respondió, como no se murmure de mi conducta; porque yo empezaré á hablar cuando no haya de decir nada que fuera mejor no haberlo dicho.» La basílica llamada Porcia era una ofrenda por la censura de Caton el mayor; y siendo allí donde daban audiencia los tribunos de la piebe, porque una columna parecia ser de algun estorbo para las sillas curules, habian resuello ó quitarla ó trasladarla á otra parle, y este fué el primer negocio que obligó á Caton á darse contra su volunlad al público; pues le fué preciso hacerles oposicion, dando al mismo tiempo una admirable prueba de su elocuencia y de su juicio. Porque su diccion no tuvo nada de juvenil ni de hinchada, sino que fué varonil, llena y coneisa. Además, resplandecia en ella una gracia seductora, que hacia oir con gusto lo cortado y breve de las sentencias; y su carácter unido con aquella gracia, conciliaba á la misma severidad un placer y halago que le quitaba lo repugnante. Su voz tenía extension, y era cual se necesitaba para alcanzar á todo un auditorio tan numeroso; estando dotada de una fuerza y firmeza que nada la quebrantaba ó disminuia: porque hubo ocasiones en que habiendo hablado por todo un dia, no se le notó cansancio. En esta ganó el pleito, y se volvió otra vez á su silencio y á sus ejercicios, porque trabajaba el cuerpo en ocupaciones de fatiga, y se habia acostumbrado á sufrir el calor y el frio con la cabeza descubierta, y á caminar á pié en toda esta-