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Plutarco.—Las vidas paralelas.

cion sin llevar ningun carruaje; y yendo á caballo los amigos que con él viajaban, ora se llegaba á uno, ora á otro haciéndoles conversacion, marchando él á pié, miéntras los otros iban como se deja dicho. En las enfermedades eran admirables su sufrimiento y sobriedad; así, cuando tenía calentura, se estaba enteramente solo, no dejando que entrase nadie hasta que se sentia aliviado y restablecido de su indisposicion.

En los banquetes sorteaba las porciones, y aunque no le cupiese la primera, rogábanle los amigos la tomase; mas él les decia que eso no estaba bien, pues que Vénus habia querido otra cosa (t). Al principio no bebia más que una sola vez sobre cena, y se retiraba; pero con el tiempo se dió más al beber, tanto, que muchas veces le cogió la mañana, de lo que decían sus amigos haber sido la causa el gobierno y los negocios públicos: porque estando en ellos ocupado Caton todo el dia, é impedido por tanto de tratar de las letras y la erudicion, por la noche en los convites conferenciaba con los filósofos. Por lo mismo, como un tal Memio dijese en una concurrencia que Caton gastaba toda las noches en beber, le replicó Ciceron: «pero no dices que gasta todo el dia en jugar á los dados.» En general, creyendo Caton que debia tomar el camino contrario á la conducta y ocupaciones de los de su tiempo, que eran malas y necesitaban de gran reforma, como viese que la púrpura más buscada entonces por todos era la muy roja y encendida, él no la gastaba sino oscura. Muchas veces despues de comer salia á la calle descalzo y sin sobreropa, no para ganar nombre con estas novedades, sino para contraer hábilo de no avergonzarse por otras cosas que las verdaderamente torpes, no haciendo ninguna cuenta (1) La suerte más feliz en los convites era la que se llamaba de Vénus; y tal era respecto de las porciones la que señalaba quién habia de tomar el primero,