Página:Las vidas paralelas de Plutarco - Tomo IV (1880).pdf/24

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
26
Plutarco.—Las vidas paralelas.

le respondiese Darío que temia no se anticiparan á huir los enemigos y se le escapara Alejandro: «por eso, oh Rey, le repuso, no paseis pena, porque él vendrá contra vos, ó quizá viene ya á estas horas.» Mas no cedió por esto Darío; sino que levantando el campo, marchó para la Cilicia, y al mismo tiempo Alejandro marchaba contra él á la Siria; pero habiendo en la noche apartadose por yerro unos de otros, retrocedieron. Alejandro, contento con que asi le favoreciese la suerte para salirle á aquél al encuentro entre montañas, y Darío para ver si podria recobrar su antiguo campamento y poner sus tropas fuera de gargantas: porque ya entonces reconoció que contra lo que le convenia se habia metido en lugares que por el mar, por las montañas y por el río Pindaro que corre en medio, eran poco á propósito para la caballería, y que le obligaban á tener divididas sus fuerzas: estando por tanto aquella posicion muy en favor de los enemigos, que eran en tan corto número.

La fortuna, pues, le preparó este lugar á Alejandro; pero él por su parte procuró tambien ayudar á la fortuna, disponiendo las cosas del modo mejor posible para el vencimiento; pues siendo muy inferior á tanto número de bárbaros, no sólo no se dejó envolver, sino que extendiendo su ala derecha sobre la izquierda de aquéllos, llegó á formar semicirculo, y obligó á la fuga á los que tenía al frente, peleando entre los primeros, tanto, que fué herido de una cuchillada en un musto; segun dice Cares, por Dario, habiendo venido ambos á las manos; pero el mismo Alejandro, escribiendo á Antipatro acerca de esta batalla, no dijo quién hubiese sido el que le hirió, sino que habia salido herido de una cuchillada en un muslo, sin que bubiese tenido la herida malas resultas. Habiendo conseguido una señalada victoria con muerte de más de ciento y diez mil hombres, no acabó con Darío, que se le habia adelantado en la fuga cuatro ó cinco estadios; por lo cual, habiendo tomado su carro y su arco, se volvió y halló á los Macedo-