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Plutarco.—Las vidas paralelas.

Porque el que es consumado y perfectamente bueno ha de saber pasarse sin la gloria, como no sea en cuanto sirve de apoyo para los hechos por la confianza que da. Al que empieza y siente los estímulos de la ambicion se le ha de permitir el envanecerse y jactarse hasta cierto punto con la gloria que resulta de las acciones distinguidas; porque las virtudes que nacen y empiezan á arrojar pimpollos en los que son de esta indole, y sus buenas disposiciones, se forLifican, como dice Teofrasto, con las alabanzas, y crecen para en adelante á la par de su noble engreimiento; pero lo demasiado, si siempre es peligroso, en la ambicion de mando es una absoluta perdicion. Porque conduce á una manía y á un enajenamiento manifiesto á los que llegan á conseguir un gran poder cuando quieren, no que lo honesto sea glorioso, sino que lo glorioso sea precisamente honesto. A la manera, pues, que Focion á Antipalro, que que ria de él una cosa ménos honesta, le respondió que no podia Focion ser á un mismo tiempo su amigo y su adulador; esto mismo ó cosa semejante se ha de decir á la muchedumbre: no puede ser que tengais á uno mismo por gobernador y por sirviente. Porque sucede de este modo lo que al dragon, del que cuenta la fábula que la cola movió pleito á la cabeza, porque queria guiar alternativamente y á las veces, y no siempre seguir á esta; y habiéndose puesto á guiar, ella misma se estropeó por no saber conducir, y lastimó á la cabeza, precisada á seguir contra el orden de naturaleza á una parte ciega y sorda; y esto mismo es lo que hemos visto suceder á muchos que quisieron hacerlo todo en el gobierno á gusto de la muchedumbre; pues que habiéndose puesto en la dependencia de esta, que se conduce á ciegas, no pudieron despues corregir ó contener el desórden. Hanos dado ocasion para hablar así de la fama y gloria que viene de la muchedumbre, el haber inferido cuánto es su poder de lo que á Tiberio y Cayo Gracos les sucedió. Eran de excelente carácter, babian