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AGIS Y CLEOMENES.

quienes era bien quisto por su valor, pudo sacarlo fuera de la ciudad y salvarlo. De los reyes, Agis se refugió al Calcieco, y Cleombroto se acogió al templo de Neptuuo, y desde allí interponia ruegos, porque parecia que con éste era con quien estaba peor Leonidas; y así es que dejando en paz por entonces á Agis, subió contra Cleombroto con una partida de soldados, acusándole con enojo sobre que, siendo su yerno, se habia vuelto contra él, le habia arrebatado el reino, y lo habia arrojado de la patria.

Nada tuvo que responder Cleombroto, sino que, falto de disculpa, se estuvo sentado callando; pero Queilonis, la hija de Leonidas, antes se puso al lado del padre mientras fué agraviado, y separándose de Cleombroto, que le usurpaba el reino, prestaba servicioş á aquél en su desgracia, interponiendo ruegos á su lado miéntras estuvo presente, y llorándole en su ausencia, siempre indignada contra Cleombroto. Mas ahora, siguiendo las mudanzas de la suerte, se la vió hacer otras súplicas sentada al lado del marido, al que alargaba los brazos, teniendo sobre su regazo los hijos, uno á un lado, y otro å otro. En todos producian admiracion y á todos arrancaban lágrimas la bondad y piedad de aquella mujer: la cual, haciendo notar el desaliño de sus ropas y de su cabello: «Este estado, dijo, ob padre, y este lastimoso aspecto no es de ahora, ni á él me ha traido la compasion por Cleombroto; sino que desde tus aflicciones y tu destierro el llanto ha sido siempre mi comensal y mi compafiero. ¿Y qué es lo que me corresponde ahora hacer, despues que tú has vencido y vuelto á reinar en Esparta? ¿Continuar en estos desconsuelos; ó tomar ropas brillantes y régias, y desentenderme de mi primero y único marido muerto á tus manos? el cual, si nada le suplica ni te persuade por medio de las lágrimas de sus hijos y su mujer, todavía sufriria una pena más amarga de su indiscrecion que la que tú deseas, con ver que yo, á quien ama tanto, muero antes que él. Porque