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Plutarco.—Las vidas paralelas.

audiencia sentados, habia quedado una sola silla, y las otrascuatro se habian quitado; y que como esto le causase admiracion, salió del centro del templo una voz que dijo ser aquello lo que más á Esparta convenia. Refirió el Eforo esta vision á Cleomenes, y éste al principio se sobresaltó pensando que esto podia dirigirse á sondearle por alguna sospecha; pero luego que se convenció de que el que hacía la relacion no mentia, se tranquilizó; y tomando consigo á aquellos ciudadanos que le parecia babian de ser más contrarios á su designio, se apoderó de Herea y Alsea, ciudades sujetas á los Aqueos. Introdujo despues víveres en Orcomene; se acampó junto á Mantinca; y yendo arriba y abajo con contínuas y largas marchas, quebrantó de modo á los Lacedemonios, que á peticion de ellos mismos dejó la mayor parte en la Arcadia; y conservando consigo á los que servian á sueldo, marchó con ellos á Esparta. En el camino comunicó su proyecto á aquellos que creia serle más adictos, y hacia su marcha con sosiego y recato para sobrecoger á los Eforos cuando estuviesen en la cena.

Cuando estuvo cerca de la ciudad, envió á Eurucleidas al lugar donde tenian los Eforos su cenador, como que iba de su parte á darles alguna noticia relativa al ejército; y Teriqu'on y Febis, y dos de los que se habian criado con Cleomenes, a los que llaman Samotraces, le seguian con unos cuantos soldados. Todavia estaba Eurucleidas haciendo su relacion á los Eforos, cuando entrando aquéllos con las espadas desen vainadas empezaron á acuchillarlos.

El primero con quien tropezaron fué Agesilao, y cayendo al golpe en el suelo, se creyó que habia muerto; mas él, arrastrándose poco a poco, se salió del cenador, y pudo pasar á ocultarse en un edificio muy pequeño que estaba contiguo. Era este el templo del Miedo; y siendo así que ordinariamente estaba cerrado, entonces por casualidad se hallaba abierto: entrándose, pues, en él, cerró la puerta.

Los otros cuatro fueron muertos, y con ellos más de diez