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AGIS Y CLEOMENES.

ejército, toma á Leuctras en los términos de Megalópolis; y acudiendo pronto contra él el socorro de los Aqueos á las órdenes de Arato, á vista de la misma ciudad fué vencida una parte de su ejército. Mas sucedió que no habiendo permitido Arato que los Aqueos pasasen un barranco profundo, obligándoles á hacer alto en la persecucion de los enemigos; irritado de ello Lisiadas, Megalopolitano, marchó con la caballería que tenía cerca de sí; y continuando en seguir el alcance, se metió en un terreno lleno de vidas, de acequias y de tapias, de donde desuniéndosele la gente con estos estorbos, se retiraba con dificultad. Advirtiólo Cleomenes, y marchó contra él con los—Tarentinos y Cretenses, por los que fué muerto Lisiadas, aunque se defendió con gran valor. Cobrando con esto grande ánimo los Lacedemonios, acometieron con gritería á los Aqueos, é hicieron retirar á todo su ejército. Habiendo sido grande el número de muertos, todos los demas los entregó Cleomenes en virtud de un tratado; pero en cuanto al cadáver de Lisiadas mandó que se le llevaran; y adornándole conpúrpura, y poniéndole una corona, le hizo conducir hasta las mismas puertas de Megalópolis. Este es aquel mismo Lisiadas que abdicó la tiranía, dió libertad á sus conciudadanos, é incorporó á Megalópolis en la liga de los Aqueos.

Cobró con esto mayor ánimo Cleomenes, y estando en la inteligencia de que si hiciera la guerra á los Aqueos obrando en negocios libremente segun su voluntad, fácilmente los venceria, hizo ver al marido de su madre, Megistono, que convenia deshacerse de los Eforos, y poniendo en comun las tierras para todos los ciudadanos, restablecer la igualdad en Esparta y despertar á esta, y promoverla al imperio de la Grecia; y persuadido éste, previno tambien á otros dos ó tres de sus amigos. Sucedió por aquellos mismos dias, que habiéndose dormido uno de los Eforos en el templo de Pasifae, tuvo un maravilloso ensueño. Parecióle que en el lugar en que los Eforos dan