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Plutarco.—Las vidas paralelas.

de sus anteriores hazañas y de las miras con que se habia conducido en el gobierno; y fué el de atraer á Antígono sobre la Grecia, é inundar el Peloponeso de aquellos mismos Macedonios que siendo mozo habia arrojado de él, poniendo en libertad la ciudadela de Corinto; á lo que se agregaba que habiéndose hecho sospechoso á todos los reyes, y declarádose su enemigo, de Antígono babia dicho dos mil males en los Comentarios que nos dejó escritos.

Pues con ser esto así, y con decir él mismo que habia padecido y trabajado mucho por los Atenienses para ver libre aquella ciudad de la guarnicion de los Macedonios, despues á eslos mismos los introdujo armados en la patria y en su propia casa hasta los últimos rincones; al propio tiempo que se desdeñaba de que un descendiente de Hércules y rey de los Esparciatas, que como quien templa instrumentos desafinados restablecia el patrio gobierno, restituyéndolo á la sábia ley de Licurgo y al templado método de vida de los Dorios, tomara el título de general de los Sicionios y Triteos. Huyendo, pues, de la torta y de la capa, y de lo que acusaba como más duro en Cleomenes, que era la reduccion de la riqueza y el destierro de la miseria, se postraba á sí mismo y postraba la Acaya ante la diadema, la púrpura y los preceptos despóticos de Macedonios y de sátrapas, por no estar á las órdenes de Cleomenes, haciendo sacrificiospor la salud de Antígono, y entonando con corona en la cabeza himnos en honor de un hombre lleno de corrupcion y pestilencia. No es nuestro ánimo al referir estas cosas acusar á Arato, porque en general fué un varon digno de la Grecia y de los más ilustres de ella, sino tomar de aquí ocasion para compadecer la miseria de la naturaleza humana, que áun en Indoles tan dignas de alabanza y tan inclinadas á toda virtud, no puede producirse un bien perfecto y que no esté sujeto á alguna reprension.

Acudiendo los queos á Argos otra vez con el objeto de la junta, y bajando de Tegea Cleomenes, tenian todos