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Plutarco.—Las vidas paralelas.

el gran tumulto que movian los últimos, impelidos é impeliendo a los que venian de la otra parte y se metian entre ellos á viva fuerza. En esto Fulvio Flaco, del órden senatorio, poniéndose en sitio de donde fuera visto, como no pudiese hacerse oir, hizo señas con la mano de que tenía que decir una cosa aparte á Tiberio; y mandando éste á la muchedumbre que le hiciera paso, subió aquél con gran dificultad, y puesto en su presencia le anunció que reunido el Senado, los ricos, no habiendo podido atraer á su partido al consul, habian resuelto por sf quitarle la vida, teniendo armados á muchos de sus esclavos y amigos para el efecto.

Luego que Tiberio dió parte de este aviso á los que le rodeaban, se ciñeron estos las togas, y rompiendo los astiles con que los ministros hacen apartar á la muchedumbre, tomaron los pedazos para defenderse con ellos de los que les acometieran. Pasmábanse los que se hallaban algo léjos de lo que sucedia, y preguntando acerca de ello, Tiberio llevó la mano á la cabeza, queriendo indicar por se filas su peligro, pues que la voz no podia ser oida; pero los contrarios, al ver esta demostracion, corrieron á anunciar al Senado que Tiberio pedia la diadema, de lo que era se fial el haberse tocado la cabeza. Alteráronse todos; y Nasica pedia al cónsul que mirara por la república, y acabara con el tirano; mas como éste respondiese sencillamente que no era su ánimo emplear ninguna fuerza, ni quitar la vida á ningun ciudadano sin ser juzgado, y sólo si el puo blo diese algun decreto injusto, persuadido ó violentado por Tiberio, no lo tendria por válido; levantándose entónces Nasica: «Pues que el cónsul, dijo, es traidor á la república, los que querais venir en socorro de las leyes, 30guidme.» Y al decir esto se echó el borde de la toga sobre la cabeza, y se dirigió corriendo al Capitolio. Recogiéronse tambien las togas con la mano los que iban en pos de él, y apartaban á los que encontraban al paso, no habiendo