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TIBERIO Y CAYO, GRACOS.

ninguno que se atreviera á detenerlos por su autoridad, sino que más bien huian y se pisaban unos á otros. Los que eran de su faccion habian traido de casa palos y mazas; y ellos echando mano de los fragmentos y los piés de las sillas curules hechas pedazos por la muchedumbre al tiempo de huir, marcharon contra Tiberio, hiriendo a los que se les ponian delante; y éstos fueron los primeros que murieron. Tiberio dió á buir, y llegó uno á asirle de la ropa; dejó aquél la toga, y continuó huyendo en túnica; pero tropezó y cayó sobre algunos de los que murieron ántes que él; y al levantarse, el primero que se sabe haberle herido en la cabeza con el pié de una silla fué Publio Satureyo, uno de sus colegas; y el segundo golpe se le dió Lucio Rufo, que se jactaba de ello como de una grande bazaña. Al todo murieron más de trescientos, golpeados con palos y piedras, y ninguno con hierro.

Esta dicen haber sido desde la expulsion de los reyes la primera sedicion que terminó en sangre y muerte de los ciudadanos. Las demas, que no habian sido pequeñas ni nacidas de pequeñas causas, las habian aplacado cediendo unos á otros, los poderosos por miedo á la muchedumbre, y la plebe por reverencia al Senado. Entonces mismo pareco que fácilmente habria cedido Tiberio tratado con blandura; y más fácilmente se habría rendido sin muertes ni heridas á los que se hubieran presentado en actitud de acometerle, no tenien to consigo arriba de tres mil hombres; pero es de creer que esta sedicion se movió contra él más bien por encono y odio de los ricos, que no por los motivos que se pretextaron: de lo que es grande indicio la afrenta é ignominia con que fué tratado su cadáver. Porque no le permitieron recogerlo al hermano que lo pedia para enterrarlo de noche; sino que con todos los demas muertos lo arrojaron al rio. Y áun no acabó aquí, sino que de sus amigos á unos los proscribieron y desterraron sin juzgarlos, y á otros los prendieron y les dieron muerte;