Página:Las vidas paralelas de Plutarco - Tomo IV (1880).pdf/356

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
358
Plutarco.—Las vidas paralelas.

maran las armas, y dió órden á los caballeros para que & la mañana temprano trajera cada uno dos esclavos armados. En tanto, Fulvio se preparaba tambien por su parte y juntaba gente; pero Cayo, retirándose de la plaza, se paró ante la estatua de su padre, y habiendo estado largo rato eon los ojos puestos en ella sin proferir ni una palabra, pasó de allí llorando y sollozando. A muchos de los que vieron este espectáculo les causó Cayo la mayor lástima, y culpándose á sí mismos de abandonar y hacer traicion á un ciudadano como él, corrieron á su casa, y pasaron la noche ante su puerta, de muy distinta manera que los que custodiaban á Fulvio. Porque éstos la gastaron en vocePias y gritos desordenados, bebiendo y echando bravatas; siendo Fulvio el primero á embriagarse y á hacer y decir mil disparates, contra lo que exigia su edad, al mismo tiempo que los que acompañaban á Cayo, deplorando la comun calamidad de la patria, y considerando lo que amenazaba, estuvieron en la mayor quietud, haciendo la guardia y descansando alternativamente.

Al amanecer les costó gran trabajo despertar á Fulvio, á quien todavía tenía dormido el vino, y armándose con los despojos que conservaba en casa, y eran los que habia tomado cuando siendo cónsul venció á los Galos, marcharon con grandes amenazas y alboroto á tomar el monte Aventino. Cayo no quiso armarse; sino que iba á salir en toga como si fuera á la plaza, sin llevar más que un puñalejo. Al salir se le echó á los piés su mujer en la misma puerta, y deteniendo con una mano á él y con otra al bijo:

«No te envio, oh Cayo, exclamó, á la tribuna, tribuno de la plebe ó legislador como ántes, ni tampoco á una guerra gloriosa, para que aun cuando le sucediera una desgracia, me dejaras un honroso duelo; sino que vas á ponerte en manos de los matadores de Tiberio: desarmado está bien, para que en caso ántes sufras males que los causes; pero vas á perecer sin ningun provecho para la república. Do-