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TIBERIO Y CAYO, GRACOS.

mina ya la maldad, y á los juicios sólo presiden la violencia y el yerro. Si tu hermano hubiera perecido en Numan cia, nos habria sido entregado muerto en virtud de un tratado; pero ahora acaso tendré yo tambien que hacer plegarias á algun rio ó al mar para que me digan dónde está detenido tu cuerpo: porque ¿qué conflanza hay que tener ni en las leyes ni en los Dioses despues de la muerte de Tiberio?» Miéntras así se lamentaba Lioinia, Cayo se desprendió suavemente de sus abrazos, y marchó en silencio con sus amigos. Quiso aquella asirle de la ropa; pero cayó en el suelo, donde estuvo mucho tiempo sin sentido, hasta que levantándola desmayada sus sirvientes, la condujeron á casa de Craso su hermano.

Fulvio, inégo que estuvieron todos juntos, persuadido por Cayo, envió á la plaza al más jóven de sus hijos con un caduceo. Era este mancebo de gracioso y bello aspecto:

y entonces, presentándose con modestia y rubor, los ojos bañados en lágrimas, hizo proposiciones de paz al Cónsul y al Senado. Los más de los que allí se hallaban oyeron con gusto hablar de conciertos; pero Opimio respondió que no pensaran mover al Senado por medio de mensajeros; sino que como ciudadanos sujetos á baber de dar descargos, bajaran ellos mismos á ser juzgados, entregando sus personas é implorando clemencia; y al jóven le dió órden de que bajo esta condicion volviese, y no de otra manera. Por lo que hace á Cayo, queria, segun dicen, ir y hablar al Senado; pero no conviniendo en ello ninguno de los demas, volvió Fulvio á enviar á su hijo con las mismas proposiciones que antes; mas Opimio, apresurándose á venir á las manos, hizo al punto prender al mancebo, y poniéndolo en prision, marchó contra Fulvio y los suyoscon mucha infanteria y ballesteros de Creta; los cuales, tirando contra ellos é hiriendo á muchos, los. desordenaron. En este desórden Fulvio se refugió á un baño desierto y abandonado; pero hallado al cabo de poco, fué muerto