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DEMOSTENES.

ÖSTENES.

375 yo remediaré fácilmente la causa, si quieres recitar de memoria alguna escena de Euripides ó Sófocles.» Hizolo así Demóstenes, y repitiendo Sátiro la misma escena, de tal manera la adornó, pronunciándola con la accion y postura conveniente del cuerpo, que á Demóstenes le pareció ya enteramente otra. Viendo entonces cuánta es la gracia y belleza que la accion concilia á lo que se dice, se convenció de que el esmero en la composicion es nada para quien se descuida de la pronunciacion y accion conveniente. En consecuencia de esto hizo construir un estudio subterráneo, que aun se conserva; y bajando á él se ejercitaba en formar y variar, tanto la accion como el tono de la voz; y muchas veces pasó allí dos y tres meses contínuos, no afeitándose más que un solo lado de la cabeza para no poder salir, aunque quisiera, detenido de la vergüenza.

No sólo esto, sino que de las salutaciones, de las conversaciones y de los negocios que le ocurrian fuera, tomaba ocasion y argumento para aquella clase de ejercicio. Así, luego que habian pasado, bajaba á su estudio y exponia los hechos, y en seguida las defensas que podian tener. Además de esto, si habia oido un discurso, procuraba retenerlo; ponia por órden los pensamientos y los períodos, y se entretenia en corregir y variar de mil maneras, así lo que otros le habian dicho, como lo que él mismo habia dicho á otros. De donde nació la opinion de que no era naturalmente facundo, sino que su habilidad y su fuerza se debian al trabajo; de lo cual parece que es tambien una convincente prueba el no haber oido nunca nadie á Demóstenes bablar extemporáneamente; y ántes sucedió que estando sentado en las juntas, y siendo llamado del pueblo muchas veces por su nombre, no se presentó nunca, si de antemano no estaba dispuesto y prevenido para hablar. Zaheríanle sobre esto muchos otros demagogos; y Piteas, satirizándole, le dijo que las pruebas de sus discursos olían mucho á la lámpara; mas á éste le volvió Demóstones la burla con acri-