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Plutarco.—Las vidas paralelas.

Habia decretado César repartir tierras de la Campania á los soldados, lo que era en el Senado muy desagradable á muchos; y Lucio Gelio, ya muy anciano, exclamó que eso no sería viviendo él; á lo que dijo Ciceron: «Esperemos, pues, porque el término que pide Gelio no puede ir largo.» Habia un tal Octavio, de quien se susurraba que era de Africa, y hablando Ciceron en causa contra él, como dijese que no le oia: «pues á fe, le replicó, que tienes agujereadas las orejas.» Diciéndole Metelo Nepote que más eran los que habia perdido dando testimonio contra ellos que los que habia salvado con sus defensas: «confieso, le contestó, que en mí hay más crédito y fe que elocuencia.» Era infamado cierto jóven de haber dado veneno á su padre en un pastel, y como se jactase de que habia de llenar á Ciceron de desvergüenzas: «más quiero oso de tí, respondió, que tus pasteles.» Tomóle Publio Sextio con otros por defensor en una causa, y como él se lo quisiese hablar todo, sin dar lugar á nadie, viendo que iba á ser absuelto, porque ya se habia empezado á votar: «aprovéchale boy del tiempo, le dijo, oh Sextio, porque mañana ya serás un particular.» Habia un Publio Cota que queria pasar por jurisconsulto siendo necio y sin talento: llamóle por testigo para una causa, y como respondiese que nada sabía: «¿crees acaso, le dijo, que te se pregunta de leyes?» En una disputa con Metelo Nepote le preguntó éste muchas veces: «¿quién es tu padre, Ciceron? y el por fin le dijo: «Esta respuesta te la ha hecho á tí más dificultosa tu madre;» porque parecia haber sido un poco desenvuelta la madre de Nepote, así como él era inconstante; pues renunciando repentinamente el tribunado de la plebe, hizo viaje por mar en busca de Pompeyo, y despues se volvió de un modo más extraño todavía. Hizo con magnificencia el entierro de su preceptor Filagro, y puso sobre su sepulcro un cuervo de piedra; sobre lo que le dijo Ciceron que habia andado muy cuerdo, pues más le habia enseñado á volar que á decir. Marco Apio dijo en