Página:Las vidas paralelas de Plutarco - Tomo IV (1880).pdf/426

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
428
Plutarco.—Las vidas paralelas.

porque procuró ganarse á la muchedumbre con leyes populares; y á uno y á otro cónsul les decretó grandes provincias: á Pison la Macedonia y á Gabinio la Siria. A muchos de escasa fortuna los asoció á sus miras, y tenía siempre á su lado esclavos armados. De los tres que gozaban del mayor poder entonces en Roma, como Craso estuviese en oposicion con Ciceron y le hiciese la guerra, Pompeyo quisiese estar bien con ambos, y César hubiese de partir á la Galia con ejército, Ciceron se bajó á éste, sin embargo de que en vez de ser su amigo le era sospechoso desde los sucesos de Catilina, y le rogó que le llevase de legado á la provincia. Concedióselo César; y Clodio, viendo que Ciceron iba á ponerse fuera de su tribunado, fingió que estaba dispuesto á hacer amistades, y valiéndose de los medios de echar la culpa á Terencia de lo pasado; de hablar siempre de él; de saludarle con afabilidad, como pudiera hacerlo quien no le aborreciera ni estuviera indispuesto con él, quejándose solamente con palabras benignas y amistosas, logró quitarle enteramente el miedo, hasta el punto de desistir de su pretension con César, y volver al manejo de los negocios públicos; de lo que resentido César, dió ánimo á Clodio y apartó á Pompeyo enteramente de Ciceron; y áun declaró con juramento ante el pueblo parecerte que no se habia dado justa y legalmente la muerte á Léntulo y Cetego, no habiendo sido ántes juzgados: porque este era el cargo y esta la acusacion que á Ciceron se hacía. Constituido, pues, reo, y perseguido como tal, mudó el vestido, y dejando crecer el cabello, rodaba por la ciudad implorando la clemencia del pueblo. Mas por do quiera se le aparecia en todas las calles Clodio, Ilevando consigo hombres desvergonzados y atrevidos, que insultando á Ciceron descaradamente por la situacion y traje en que se veia, y tirándole en muchas ocasiones lodo y piedras, se empeñaban en interrumpir y estorbar sus súplicas.