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CICERON.

aquel infortunio; lo que nadie habria esperado de un bombre de su instruccion y doctrina, que muchas veces rogaba á sus amigos no le llamaran orador sino filósofo: porque la filosofia la habia elegido por ocupacion, y la oratoria no la empleaba sino como unj instrumento útil en el gobierno.

Decia asimismo que la gloria era propia para borrar en el alma, como si fuera una tintura, todo buen discurso, inoculando en los que mandan todas las pasiones de la muchedumbre, con la conversacion y el trato, á no estar el hombre muy sobre sí, para que cuando se entrega á los negocios, tome si parte en éstos, pero no en las pasiones y afectos que van con los negocios.

Clodio, luego que alejó á Ciceron, quemó sus quintas y le quemó la casa, edificando en el sitio el templo de la Libertad: Quiso vender asimismu su hacienda, haciéndola pregonar todos los dias, porque nadie se presentaba á hacer postura. Terrible con estos hechos á los del Senado, y asistido del favor del pueblo, ya ensayado por él á la insolencia y al desenfreno, asestó sus tiros contra Pompeyo, empezando por desacreditar algunas de las disposiciones tomadas por él en el ejército. Perdió con esto de su opinion y ya se reprendia á sí mismo de haber abandonado á Ciceron; por lo que arrepentido trabajaba por todos medios en procurar su vuelta por sí y por sus amigos. Opontase Clodio, y el Senado decretó que no se daria curso á ningun negocio público, ni se aprobaria nada mientras no se acordase la vuelta de Ciceron. En el consulado de Léntulo tomó tal incremento la sedicion, que los tribunos de la plebe fueron heridos en la plaza, y Quinto, el hermano de Ciceron, quedó tendido entre los cadáveres por muerto.

Empezó ya con esto á desengañarse el pueblo, y siendo el tribuno Antonio Miloa el primero que se atrevió á llevar al tribunal á Clodio por causa de violencia pública, muchos acudieron á ponerse al lado de Pompeyo, así de la plebe como de las ciudades comarcanas. Presentóse con éstos,