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CICERON.

conque has hecho tu viaje, le repuso, para asegurarte por tus ojos de si es cierto?» Diciendo despues de la derrota Nonio que debian tener buena esperanza, porque en el campamento de Pompeyo habian quedado siete águilas:

eso sería muy bueno, le replicó Ciceron, si hiciéramos la guerra á los grajos.» Apoyándose Labieno en ciertos oráculos para sostener que Pompeyo sería vencedor: csí, le respondió, con esa estratagema acabamos de perder el campamento.» Dada la batalla de Farsalia, en la que no se halló por estar enfermo, y habiendo huido Pompeyo, Caton, que habia reunido en Dirraquio bastantes fuerzas de tierra y una grande armada, deseaba que Ciceron tomara el mando, á causa de corresponderle por la ley, estando adornado de la dignidad consular; pero repugnándolo éste, y huyendo enteramente de continuar la guerra, estuvo en muy poco que no se le quitara la vida, llamándole traidor Pompeyo el jóven y sus amigos, y desenvainando resueltos las espadas, á no haber sido porque Caton se puso de por medio y le sacó del campamento. Arribó á Bríndis, y allí se detuvo esporando á César, que tardó en llegar á Italia, por haberle llamado los negocios al Asia y al Egipto. Cuando supo que habia desembarcado en Tarento, y que desde allí se dirigia por tierra á Bríndis, le salió al encuentro, no sin alguna esperanza, aunque avergonzado de tener que ir á mirar la cara de un enemigo victorioso á presencia de muchos; pero no le fué necesario decir ó hacer cosa que no le estuviese bien; porque César, luego que vió que adelantándose á los demas iba á recibirle, se apeó, le abrazo y caminó hablando con él solo algunos estadios. Desde entonces siempre le tuvo consideracion, y lo trató con aprecio; tanto, que en el libro que escribió contra el elogio que de Caton habia formado Ciceron, le celebró este mismo opúsculo, y tributó alabanzas á su vida, que dijo tenía gran semejanza con las de Pericles y Teramenes. Intitulóse el escrito de Ciceron