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ALEJANDRO.

un carro, y muy próximo á fallecer: con todo, pidió agua, y habiendo bebido agua fria, dijo á Polistrato que se la habia dado: «Este es, amigo, el último término de mí desgracia, recibir beneficios, y no poder pagarlos; pero Alejandro te lo premiará; y los Dioses á Alejandro el trato lleno de bondad que mi madre, mi mujer y mis hijos recibieron de él, á quien por tu medio doy esta diestra.» Y al decir esto, asido de la mano de Polistrato, espiró. Cuando llegó Alejandro, se echó de ver cuánto lo sentia; y quitándose su manto, te arrojó sobre el cadáver, y lo envolvió en él.

Más adelante, habiendo podido aprehender á Beso, le hizo pedazos, de este modo: doblando hácia adentro dos árboles derechos, bizo atar á cada uno un muslo, y despues dejándolos libres, con la fuerza con que se enderezaron cada uno se llevó su parte; pero por entonces el cadáver de Darfo, adornado como á la dignidad real correspondia, lo remitió á la madre; y al hermano de aquél, Oxatres, lo admitió en el número de sus amigos.

Bajó despues á la Hircanía con lo más florido de sus tropas; y viendo un golfo de mar no menor que el Ponto Euxino, aunque de agua más dulce que los otros mares, nada pudo averiguar de cierto acerca de él; y lo más que conjeturó fué que vendría á ser una filtracion de la laguna Meotis.

Con todo, á los ejercitados en las investigacionens fisicas no se les ocultó la verdad; sino que muchos años antes de la expedicion de Alejandro nos dejaron escrito que siendo cuatro los golfos que del mar exterior se entran en el continente, el más boreal es este, que se llama mar de Hircania, y tambien mar Caspio. Allí unos bábaros, que por casualidad se encontraron con los palafreneros que conducian el caballo Bucéfalo de Alejandro, se le robaron, lo que le irritó sobremanera; y babiendo enviado un heraldo, les intimó la amenaza de que los pasaria á todos á cuchillo con sus hijos y sus mujeres sino le volvian el caballo; pero luego que vinieron á restituírsele, haciendo además entrega