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CAMILO.

En Roma, congregado que fué el Senado, se levantaron varios otros acusadores contra los Fabios, y principalmente entre los Sacerdotes los Feciales alzaban el grito, y pedian que el Senado hiciese recaer la abominacion de la que se habia hecho sobre el único que habia sido causa de ello, para que así quedasen iibres los demas. Estos Feciajes los estableció Numa, el más moderado y justo de todos los reyes, para que fuesen árbitros y moderadores acerca de las causas por las que puede hacerse la guerra sin temor de injusticia. El Senado se descartó del asunto dando cuenta al pueblo; y aunque los Feciales repitieron sus acusaciones, basta tal punto la muchedumbre se rió y burló de sus ceremonias, que nombró tribuno militar al mismo Fabio, juntamente con sus hermanos. Los Celtas que la llegaron á entender, se incomodaron mucho, y ya no pu sieron retardo á sa diligencia, sino que marcharon aceleradamenle; y á los pueblos que estaban al paso, y que asombrados de su número, de lo brillante de sus preparativos, de su viotencia y de su furia, daban por perdido todo su pafs y temian la destruccion de sus ciudades, en nada los ofendieron, contra lo que esperaban, ni les tomaron lo más mínimo de sus campos; sino que pasando junto á sas ciudades, proclamaban que sólo marchaban contra Roma, y á solos los Romanos bacian la guerra, teniendo por amigos á todos los demas. Viendo esta precipitacion de los bárbaros, sacaron los tribunos las huestes romanas al combate; las cuales no eran en el número muy inferiores; componiéndose por lo ménos de cuarenta mil infantes, pero la más era gente bisoña, y que entónces por la primera vez tomaba las armas. Miraron tambien entónces con desden los ritos de la religion, no habiendo hecho los acostumbrados sacrificios, ni habiendo consullado á los agoreros ántes de entrar en el peligro y en la palea. No fué de ménos inconveniente para lo que sucedió la muchedumbre de caudillos: pues ántes para menores casos