der. Porque la mayor y más poderosa parte de los pueblos voluntariamente se pasaron á su partido, y á Capua, que despues de Roma es la más insigne de sus ciudades, tambien la atrajo á él. Esta fué una ocasion en que se vió que una gran calamidad no sólo sirve para hacer prueba de los amigos, que es la expresion de Euripides, sino tambien de los grandes generales: pues lo que ántes de aquella batalla se graduaba cn Fabio de cobardía y frialdad, despues de ella pareció al punto no ya una prudencia humana, sino un oráculo y providencia divina y milagrosa, que prevé con anticipacion aquellos sucesos que áun á los que los palpan se les hacen increibles. Por tanto, al momento puso en él Roma la esperanza que le quedaba, y como á un templo ó ara se acogió á su juicio; habiendo sido su cordura la primera y más poderosa causa para que estuviesen quedos, y no se desbandasen como en la irrupcion de los Galos. Porque aquel mismo que se mostraba precavido y desconfiado en los momentos en que nada habia de siniestro, ahora cuando todos se abandonaban á una aliccion excesiva, y á un dolor que no los dejaba para nada, él sóio discurria por la ciudad con paso sosegado, con semblante sereno y con afables palabras, haciendo desechar los lloros mujeriles, y disipando los corrillos de los que se congregan en los parajes públieos en tales calamidades.
Hizo tambien que se juntase el Senado, y alentó á los magistrados, siendo el vigor y poder de toda autoridad, que sólo en él ponia los ojos.
Puso guardas en las puertas para que estorbasen el paso á la muchedumbre que trataba de huir y abandonar la ciudad. Señaló lugar y término al luto, mandando que sólo se hiciese dentro de casa y por treinta dias; pasados los cuales cosase todo duelo, y no quedason en la ciudad vestigios de él. Vino á caer en aquellos dias la festa solemne de Céres, y pareció más conveniente omitir los sacrificios y Loda la demas pompa de ella, que bacer patente con el