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Plutarco.—Las vidas paralelas.

los enemigos se habian entregado á la fuga y á la dispersion, llamando Antonio á uno de los libertos que tenía en su guardia, llamado Ramno, le hizo jurar que cuando le diera la órden to habia de pasar con la espada y le habia de cortar la cabeza, para no caer vivo en poder de los enemigos ni ser de ellos conocido despues de muerto.

Lamentándose con esta ocasion sus amigos, el Arabe sosegó y tranquilizó á Antonio, diciéndole que estaban ya muy cerea del rio, porque el ambiente era húmedo, y una aura más fresca y suave hacía agradable y dulce la respiracion: además de que el tiempo le hacía conocer que eslaban al fin de la marcha, pues que reslaba poco de la noche. Informáronle otros al mismo tiempo que el alboroto no habia tenido otro origen que la injusticia y latrociaio de algunos soldados; por lo que, queriendo recoger y apaciguar la tropa desordenada y dispersa, mandó dar la señal de acampar.

Vino en esto el dia, y cuando el ejército empezaba á tomar algun órden y descanso, encontrándose los de relaguardia molestados de los tiros de los Partos, se dió á las tropas ligeras la señal de batalla. La infanteria volvió á formar tejado con los escudos, y á esperar en esta disposicion á los enen igos, que no se atrevian á acercarse. A poco que así caminaron los de vanguardia se descubrió ya el rio; y formando Antonio su caballeria al frente de los enemigos, pasó primero los enfermos. Despues ya tuvieron facilidad y seguridad para beber áun los que habian combatido; pues los Parlos, luego que vieron el rio, allojaron las cuerdas de los arcos, y decian á los Romanos que pasaran tranquilos, celebrando mucho su valor. Pasaron, pues, sosegadarnente, y luego que se hubieron repuesto continuaron su marcha, no fiándose todavía de los Partos.

Al sexto dia despues del último combate llegaron al río Arajes, que divide la Media de la Armenia. Parecióles más profundo y rápido en su curso, y corrió la voz de que allí