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DEMETRIO.

jandro el bijo de Poliperconte, que residia en Patras, mujer celebrada por su belleza, tendria placer en verse en ´sus brazos, y dejando el ejército en las tierras de Megara, marchó allá, llevando consigo unos cuantos de los más esforzados; de los cuales áun se apartó despues, poniendo separado su pabellon para que no notaran que aquella mujer iba en su busca. Llegáronlo á entender algunos de los enemigos, que sin delenerse corrieron adonde estaba; y Leniéndoles miedo, disfrazado con una ropa vil pudo escaparse á carrera, habiendo estado en muy poco el que no cayese en una vergonzosa cautividad. Los enemigos fun cogieron la tienda y cuanto en ella habia, y se retiraron.

Tomó á Megara; y como los soldados se inclinasen al saqueo, intercedieron los Atenienses por aquellos ciudadanos; con lo que Demetrio, expeliendo la guarnicion, dió tambien á aquel pueblo la libertad. Cuando en esto estaba entendiendo, se acordó del filósofo Estilpon, de quien se decía haber preferido á la accion una vida sosegada y tranquila. Enviándole, pues, á llamar, le preguntó si alguno le había quitado algo, á lo que Estilpon respondió:

«Ninguno, porque no he visto á ninguno que se llevara la ciencia. Habian robado á los Megarenses puede decirse que todos los esclavos; y haciéndole en otra ocasion caricias Demetrio, le dijo al despedirse: «Os dejo, oh Estilpon, libre la ciudad;» á lo que él contestó: «Dices muy bien, porque no nos has dejado ningun esclavo.» Habiendo vuelto contra Muniquia, puso ante ella su campamento, destrozó la guarnicion, y demolió el fuerte; y con esto, llamándole y haciéndole un gran recibimiento los Atenienses, entró ya en la ciudad, y congregando el pueblo, dijo que les restituia su antiguo gobierno, ofreciéndo les en nombre de su padre que se les enviarian ciento cincuenta mil fanegas de trigo y toda la madera de construccion necesaria para cien galeras. Recobraron los Atenienses la democracia al cabo de quince años; habiendo sido entre-