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ANTONIO.

cuales les informaban de que la escuadra se habia perdido, pero creian que el ejércilo se mantenia en pié. Envió Antonio mensajeros á Canidio con órden de que sin dilacion se relirara con el ejército por la Macedonia al Asia; y pensando en dirigirse desde Tenaro al Africa, escogió uno de los Lrasporles cargado de mucho dinero y de muchas albajas de oro y plata de las de palacio, y lo dió á sus amigos, diciéndoles que lo parlieran y se pusieran en salvo.

Resistíanse éstos con clamores y llanto; pero consolándolos con la mayor bondad y afecto, é interponiendo súplicas, al cabo los despidió, escribiendo á Teófilo, su mayordomo residente en Corinto, para que les proporcionase seguridad, y los tuviese ocultos hasta que pudieran alcanzar clemeneia de César. Era este Teófilo padre de Hiparco, que alcanzó gran poder con Antonio, y fué el primero de sus libertos que se pasó á César, el cual más adelante se fué á habitar á Corinto.

Esto en cuanto á Antonio. En Accio la armada resistió á César largo tiempo; y con haber padecido mucho de una fuerte marejada que le heria por la proa, no desistió hasta la hora décima. Los muertos no pasaron de cinco mil; pero fueron tomadas trescientas naves, segun lo notó el mismo César en sus Comentarios. Pocos eran los que sabian haber huido Antonio; y los que oian la noticia disputaban al princípio con los que la daban, haciéndoseles increíble que se hubiera marchado dejando diez y nueve legiones de tropas no vencidas y doce mil caballos; como si ántes no hubiera experimentado muchas veces los reveses de fortuna, y no estuviera ejercitado en las vicisitudes de mil combates y batallas. Los soldados conservaban con respecto á é!

desco y esperanza, pareciéndoles que iba á llegar de un momento á otro; y dieron pruebas de tal fidelidad y virtud, que áun despues de ser notoria su fuga se le mantuvieron leales siete dias, no haciendo cuenta de los mensajes de César, hasta que por último, habiendo huido de noche el